De pronto un meteorito cayó en mi copa, me miraste, diste la vuelta y decidiste salir por una pequeña ventana que daba al otro lado del espejo, en ese momento tu reflejo paso por la puerta cerrada y no quedo mas nada que una imagen muda de vos.
La calida roca se derretía mientras el vino hervía en frío. No tuve otra opción que tomarlo, para poder sentir algo que despertara una lagrima en mí. El calor pasaba por mi garganta mientras helaba todo mi pecho. Por fin desde hace mucho necesite ser feliz.
Me anime, pase yo también por la ventana, inesperadamente para mi, me lance a correrte, pero aunque ese afuera era confuso no me importo, pues tu aroma estaba en el aire. La niebla era espesa, por un momento sentí terror, miedo, miedo de perderme, miedo de perderte, miedo de perdernos… Sin más que sentirme solo, inmóvil, triste, impotente, quebrado, vacío, denso, frío y gris llore... hasta que llegaste, te abrace cubriendo con tus brazos mi cuerpo y desterrando todo sentido de oscuridad, hasta que me di cuenta, no respirabas, no hablabas, no mirabas... era solo tu reflejo. Pues vos estabas otra vez adentro… buscándome.